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Hoy martes 3 de abril termina una época de “cerco” que ejerció el ayuntamiento del puerto de Veracruz, en donde no permitía la incursión en su territorio de la Policía del Estado como si fuera un municipio extraterritorial, creando disputas innecesarias, que sólo perjudicaron a la ciudadanía del principal puerto del país.
En la época del gobernador Patricio Chirinos se crearon en varias partes del estado las Policías Intermunicipales para evitar que la delincuencia, con argucias legales, evitara la acción de la justicia con sólo pasar la línea divisoria de un municipio, pero el Gobierno Estatal los atajó con la creación de las Policías Intermunicipales manejadas y sostenidas por el gobierno.
Así nació la Intermunicipal de Poza Rica-Coatzintla-Tihuatlán; Veracruz-Boca del Río-Medellín; además de la de Xalapa-Tlanehuayocan-Banderilla. Las policías así funcionaron con éxito durante casi 12 años y el principal impulsor de éstas había sido el secretario general de Gobierno en ese entonces, Miguel Ángel Yunes Linares.
En el 2004, el PAN gana por cuarta ocasión el ayuntamiento porteño en la persona de Julen Rementería del Puerto, empresario y ex diputado local. Desde que llegó, pugnó porque la policía de su municipio (de acuerdo al 115 constitucional) lo manejara su ayuntamiento y no hubo más remedio que entregársela a pesar de las voces que le decían al alcalde que sólo le traería problemas no sólo por su costo, sino porque el puerto era tradicionalmente lugar para refugio de la delincuencia organizada y eso le acarrearía problemas con la población cuando ésta se saliera de control.
Pese a todo, Julen aceptó el reto. Nadie desconocía que atrás de la municipalización de la policía estaba el subsecretario de Seguridad Pública Nacional. Miguel Ángel Yunes Linares, principal crítico de la campaña para gobernador de Fidel Herrera Beltrán, y fue precisamente en el inicio del carnaval del 2006 cuando se dio a plenitud la injerencia de Yunes en Veracruz, al mandar a 200 elementos de la Policía Federal Preventiva quienes desfilaron e invitaron (tanto Julen como Yunes) al gobernador para el banderazo de salida. El alcalde porteño no sabía en qué se estaba metiendo.
Antes del desfile, cuando se nombran los mandos de la nueva Policía Municipal, Julen le dio el mando al excelente policía y persona muy allegada a Yunes, el capitán Alberto Rodríguez Cañada, y como encargado operativo a Jorge Iván Castillo. Ambos por breve tiempo fueron directores de Seguridad Pública del Estado en el sexenio de Chirinos. Alberto incluso había sido casi por un mes director del penal de alta seguridad de “La Palma”, cuando el gobierno pretendió quitar sus privilegios a los capos de la mafia, siendo subsecretario Yunes.
No lo va usted a creer, que si bien es cierto que Julen le metió casi 100 millones de pesos a su policía (lo que obviamente mejoró el servicio substancialmente) también es cierto es que los policías agarraron un pleito político que no tenían, ni era cosa de grupos la seguridad, y tenían prohibido los Policías del Estado incursionar en el puerto de Veracruz, porque si no los acusaban de invasión de jurisdicción. Hubo ocasiones que la situación se les salió fuera de control los problemas de delincuencia y sociales a la Policía Municipal, entrando, como era su obligación, a reforzarla la Policía Estatal y hasta ahí. Había unas relaciones tensas.
En el puerto de Veracruz, como en ningún lado de la entidad, proliferan las bandas de robacarros, traficantes de drogas, asaltantes del puerto, la prostitución, el juego de azar, los principales centros de negocios, centros nocturnos, etc. En síntesis, es más lo que se gana por debajo de la mesa, que todo lo que ingresa por turismo.
Julen pensó como todos: que la policía se vuelve corrupta porque gana poco, pero no es así. Aunque ganen bien, hay una cultura de la corrupción como en todos lados. El pago de los disimulos son cuantiosos y el alcalde cometió un error que tal vez nadie se hubiera dado cuenta, si no hubiera violencia: el 4 de marzo, en la comunidad de Villarín, Julen extendió una anuencia para llevar a cabo una carrera de caballos. El oficio lo envió “A Quien Corresponda”, cuando debió haber sido a la Secretaría de Gobernación. Tampoco (como era su obligación) envió a su policía a supervisar que los asistentes no fueran armados y tampoco la Dirección de Juegos y Sorteos de Gobernación mandó a nadie.
Nadie se hubiera imaginado que en la carrera hubiera un enfrentamiento entre ZETAS, con el saldo de 2 muertos (entre ellos el temido ZETA 14, y siete detenidos). La bolsa a jugarse fue de dos millones de pesos. Pese al escándalo, el presidente municipal Julen Rementería no aparecía y se empezó a manejar que estaba de vacaciones en España. Después de 10 días se presentó diciendo que estaba en México arreglando unas cosas de su partido y para llevar a su hijo al médico, sin tener el permiso del cabildo para ausentarse. Nadie se lo creyó y nunca aclara el porqué de su proceder en el caso de Villarín.
El caso de Villarín se extendió en todo el estado: 5 ZETAS, queriendo ejecutar un narcotraficante de Oluta, les sale mal el operativo y son detenidos. Ya había aparecido un dizque suicidado en el puerto de Veracruz con 70 mil dólares. Un ejecutado y quemado en Cardel. El 18 de marzo, sicarios de los ZETAS matan a tres policías del estado y a un civil en Boca del Río: hubo 4 ZETAS detenidos. Nada pasaba en la Policía Municipal de Veracruz. El jueves 24 de marzo, los principales jefes de la Policía Municipal del puerto renuncian sorpresivamente a sus cargos, entre ellos Jorge Iván Castillo, señalado por el FBI de proteger en el 2002 al Cártel del Golfo.
El 27 de marzo aparecen dos ensabanados atrás de TELEVISA Veracruz, que después aparecen en un video proyectado por TV Azteca donde señalan que son ZETAS y hablan de las muertes del comandante Monrraga, de Oscar Pérez y la del periodista Roberto Marcos, además de dar nombres de encargados de las plazas en el estado y dicen que el nuevo jefe en Veracruz, después de la muerte de ZETA 14, es ZETA 40. En la Policía Intermunicipal del Estado de Boca del Río, de inmediato dos coordinadores renunciaron, hasta que llega Rubén Arias, con mucha experiencia.
Lo que parecía imposible: el alcalde Julen Rementería, por consejo desde México y sus compañeros panistas en el área de seguridad, acepta que pase de nuevo la policía del puerto al Gobierno del Estado, bajo otro esquema que no sea la Intermunicipal. Claro que a los panistas del puerto no les gustó nada, porque sentían que habían mejorado el servicio policiaco en la ciudad, pero en el fondo dejarán los políticos azules de acarrearse problemas con la delincuencia.
La decisión de pasar la policía al estado es de consecuencias impredecibles entre los panistas. El diputado local Julio Saldaña, panista y vecino de los carriles de Villarin (a quien seguido se le ve en helicópteros del Gobierno del Estado, ya que tiene la comisión de seguridad y es también el principal candidato de ese partido a la Presidencia Municipal) antes que tan siquiera hablara el Gobierno de Veracruz de que regresaría la policía a su mando, Saldaña ya recomendaba que se regresara al estado. Este personaje que su vida la empezó con cargos muy humildes en el ayuntamiento en 1994, ahora lleva un tren de vida que sería la envidia de los más ricos del puerto.
Ojalá que el regreso de la policía del Puerto de Veracruz sea para bien y no un punto de desavenencias entre panistas y priístas, porque la delincuencia organizada no sabe de colores, sino de intereses millonarios que surgen de envenenar a los adictos. (www.enlaceveracruz212.com.mx)
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