domingo, 24 de agosto de 2008

Por miedo a secuestros compran transmisores corporales

No han comprobado su eficacia: Katherine Albrecht

Mica Rosenberg (Reuters)
Querétaro, México

Adinerados mexicanos, aterrorizados por el aumento de secuestros, están gastando miles de dólares en implantar bajo su piel diminutos transmisores para que satélites puedan ayudar a encontrarlos en caso de ser llevados a escondites de delincuentes.
El secuestro creció casi 40 por ciento entre el 2004 y el 2007 de acuerdo a cifras oficiales. Los niveles de raptos en México se encuentran entre los más altos junto con países en conflicto como Colombia o Irak.
El reciente secuestro y asesinato de Fernando Martí, de 14 años, hijo de un conocido empresario, desató una protesta en el país, acostumbrado a la delincuencia y a homicidios.
Más personas, entre ellas también de clase media, están buscando el pequeño chip diseñado por Xega, una firma mexicana de seguridad cuyas ventas han crecido este año un 13 por ciento. La empresa aseguró que tiene más de 2.000 clientes.
Pero críticos dicen que el chip no sirve realmente para dar seguridad a quienes lo portan.
La empresa inyecta con una jeringa el chip, que tiene el tamaño y forma de un grano de arroz y está dentro de una cápsula de vidrio.
Un transmisor en el chip envía una señal de radio a un receptor más grande que tiene el cliente y que cuenta con un sistema global de localización, dijo Xega. Un satélite puede ubicar la ubicación de la persona en una situación de violencia.
A Cristina, de 28 años, quien no quiso dar su apellido, se le colocó el año pasado un chip junto con siete miembros de su familia como una "medida preventiva."
"No es que seamos gente de mucho dinero, pero pues simplemente, ya sabes, que hasta por un reloj (te secuestran) (...) Simplemente es por el miedo que se vive," dijo.
El chip cuesta 4.000 dólares más una cuota anual de 2.200 dólares.
La mayoría de los secuestros en México no son denunciados, muchos de ellos "secuestros exprés," en los que las víctimas son forzadas a retirar dinero de un cajero automático para liberarlos.
INDUSTRIA QUE CRECE
Estadísticas oficiales muestran que el año pasado hubo 751 secuestros en México, pero el Instituto Ciudadano de Estudios Sobre la Inseguridad (ICESI) dice que el número pudo haber sido de unos 7.000.
Xega, con sede en el central estado mexicano de Querétaro, diseñó inicialmente sistemas para rastrear vehículos, hasta que el dueño de la empresa fue secuestrado a plena luz del día en el 2001. Frustrada por no poder pedir ayuda, la empresa adaptó la tecnología para aplicarla en gente.
Los chips son inyectados en el brazo, entre la piel y el músculo donde no puedan ser vistos. Los clientes que temen ser secuestrados presionan un botón en un dispositivo externo que pone en alerta a Xega, que a su vez llama a la policía.
"Antes solamente se dio el secuestro por razones económicas, se secuestraba a personas clave, a personas reconocidas, a industriales, a ganaderos con un cierto éxito económico. Ahorita ya se está secuestrando gente de clase media," dijo Sergio Galván, director comercial de Xega.
Katherine Albrecht, una activista estadounidense que defiende los derechos de privacidad, dijo que el chip es un artilugio ostentoso que sólo identifica a una persona y no puede ubicar a alguien sin otro dispositivo más grande con tecnología GPS, que los delincuentes pueden encontrar fácilmente y destruirlo.
Dijo que el miedo al secuestro está llevando a los mexicanos a comprar tecnología que no ha probado su utilidad.
El presidente de México, Felipe Calderón, se encuentra bajo presión desde hace semanas para erradicar la delincuencia.
Fuera de México, la empresa estadounidense, Verichip Corp usa el mismo tipo de tecnología de radio frecuencia para identificar a personas con condiciones graves de salud o para encontrar ancianos que salen de sus casas.
Xega ve al secuestro como una industria en crecimiento y planea ampliar sus servicios en el 2009 a Venezuela, Brasil y Colombia.
(Editado en español por Marion Giraldo)