Xalapa, Veracruz
Locatarios conmemoraron el 57 aniversario del mercado Jauregui en medio de una agradable reunión, con comida, mariachis y con una misa oficiada por el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios.
Con una gran fiesta, los comerciantes pasaron un rato agradable, incluso acompañados de algunos de sus clientes, quienes de manera tradicional adquieren diversos productos en este emblemático centro de abasto de esta capital.
Más que un simple mercado, el Jauregui representa la casa de los locatarios, quienes, en su mayoría, han visto pasar su vida en medio del “¡bara, bara!”, del “¿qué le damos?” y del “pásele, sí lo tenemos”.
Para los vendedores este lugar es su vida y representa un sitio valioso por sus convivencias, sus experiencias y por la oportunidad de contar nuevas historias cada día.
A más de cinco décadas de vida y de historia, la anteriormente conocida como como “Plaza del Rey”, lució sus mejores galas y exhibió una serie de fotografías antiguas que para recordar con orgullo su pasado.
Durante su participación, el arzobispo Hipólito Reyes Larios pidió por el bien de todos los locatarios y para que cada día puedan incrementar sus ventas.
Por su parte, al recorrer la muestra fotográfica los hijos de los fundadores lograron reconocer a sus padres, abuelos y amistades que han dedicado o dedicaron sus vidas al mercado.
La historia pudo escucharse por todos lados, incluso aquella enfocada en el incendio registrado en 1952 que acabó con todo a su paso, incluidos sus acabados en madera que fueron sustituidos por concreto y otros materiales para darle un aspecto arquitectónico totalmente diferente a lo que fue en sus inicios.
Los olores, colores y sabores que diariamente atraen y son del deleite de los consumidores se intensificaron durante los festejos de aniversario. Todos los locatarios se unieron y cooperaron para pasar un rato agradable en medio de un ambiente familiar y amenizado por las notas musicales de los mariachis.
Los comerciantes dedicaron un momento a la memoria de don Martín Jauregui, por ser quien “por amor a Xalapa” donó el terreno para la construcción del mercado que lleva su nombre.
La fiesta se extendió a casi todos los pasillos del mercado. Las mesas estuvieron repletas de comida, bebidas y, especialmente, de gente trabajadora que con orgullo compartió el pan y la sal con sus invitados.
La música fue el ingrediente especial de estas festividades, pues además de aderezar la comida permitió a los locatarios cantar las mañanitas para después demostrar sus mejores pasos de baile.
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